La sensatez era la primera cualidad que Sta. Teresa exigía a sus postulantes. Le ponderaban en cierta ocasión las muchas gracias de una que pretendía ser monja; más la Santa replicó: "La devoción ya la dará Dios, la oración la enseñaremos nosotras; más si no trae talento de nada servirá."
La transparencia y el sentido de adaptación brillaba en la Santa y quería que brillase en sus monjas.
Es de Ana de Jesús el siguiente relato: "Pidiéndole la princesa doña Juana, hermana de nuestro rey, cuando iba por Madrid a fundar a Pastrana, la viese, estuvo con Su Alteza en el convento de las descalzas franciscas de allí quince días , más o menos, y quedó diciendo la M. Abadesa: ´Bendito sea Dios, que nos ha dejado ver una Santa a quien todas podemos imitar, que come, duerme y habla como nosotras y anda sin ceremonias'. No se la ví en cosa, que era grande su llaneza, y así quería la tuviésemos en cuanto hacíamos. Algunas, que deseando entrar en la Orden la escribian con artificio, cansábanla de arte que decía: `No para acá mujer tan bachillera, que siempre quiero más a las que hablan con sinceridad.´(1) El médico Antonio Aguiar, que fue testigo, dice: `Era cosa de cielo ver qué tiento examinaba el talento de las personas que quería para ella. Y a las dos vueltas que daba, calaba y tanteaba los quilates de valor que tenían las mujeres que la venían a hablar para tomar el hábito. Y luego decía a este testigo:`Esta mujer no tiene el talento que buscamos´.(2)
(1) ANA DE JESUS, Proc. Salamanca, 1597, a 5
(2) ANTONIO AGUIAR, Proc. Burgos, 1610 (BMC, 20,429)
La Herencia Teresiana
Fr Efrén J. M. Montalva
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