viernes, 29 de enero de 2010

HAZAÑAS EN EL SEPULCRO

"A la tarde, refiere la enfermera, Viniendo que me vio, se rió y me mostró tanta gracia que me tomó con sus manos y puso en mis brazos su cabeza, y allí la tuve abrazada hasta expirar, estando yo más muerta que viva la mesma Santa, que ella estaba tan encendida en el amor de su Esposo, que parecía no veía la hora de salir del cuerpo para gozarle"
Lejos de Alba, según se comprobó, sucedieron fenómenos sorprendentes.
 En Valladolid, Casilda de San Angelo, tuvo una visión que ella misma refiere: "Entre las cuatro y cinco de la tarde, vi a la Sta. Madre con el glorioso Padre San Francisco en el cielo, de cuya vista sintió mi alma grande gozo y consuelo...Y duróme esta visión sin quitárseme del todo, algunos días." 
En Segovia, entre once y doce de aquella noche, Isabel de Santo Domingo sintió medrosa una misteriosa presencia. Llamó a su vecina, Inés de Jesús, que la acompañase. Cuando a la mañana siguiente fue al coro, pensando que la Santa había muerto, sintió una voz interior que decía: "Hija, no muero, sino vivo en eternidad." 
En Granada, Ana de Jesús, muy ajena a la enfermedad de la Santa, estando a punto de expirar y asistida por S. Juan de la Cruz, vió "junto a la cama una monja con nuestro hábito, de la misma manera que andamos, tan gloriosa y cubierta de resplandor que no la dejaba percibir bien el rostro; más mirándola decía: Yo conozco esta monja. Ella sonreía y acercábase más. Y mientra más cerca, menos la podía ver, por el gran resplandor que traía en todo el cuerpo, y más en la frente, que de sien a sien era excesivo". Creyó era un aviso de que iba a morir. Mas a los pocos días llegó la noticia del fallecimiento de la Madre.
En Valladolid, y a la misma hora, Francisca de Jesús vio "una luz junto a ella tan grande, que la hizo alzar los ojos al cielo, y vio como una abertura y en ella un gran remolino de luces con muy gran resplandor y regocijo, como si recibieran a alguno".

Fr. Efren  J.M. Montalva
La herencia Teresiana

sábado, 23 de enero de 2010

EL CARISMA DEL CARMELO TERESIANO

En la historia de lo que se llama el Carmelo (del monte de ese nombre en Palestina) hay un discurrir temporal de años y figuras, que también podemos decir exterior. Y hay un camino teológico hacia lo profundo y lo evangélico, que está representado por Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y otras figuras del Carmelo, como Teresa de Lisieux o Edith Stein (y Jerónimo Gracián desde luego, y otras figuras, entre las no canonizadas). La realidad espiritual vivida por estas figuras en la Iglesia muestra que no hay sólo un suceder año tras año, siglo tras siglo, de un carisma que, establecido de una vez para siempre, se repite a sí mismo uniformemente, sino que ellos han hecho un camino hacia el centro originario de lo cristiano, “al más profundo centro”, “entremos más adentro en la espesura”, convirtiéndose, sin pretenderlo, en criterios carismáticos, en fuentes de inspiración...


Luís Aróstegui Gamboa, ocd

viernes, 22 de enero de 2010

PARA VOS NACI...

EL CARMELO



"El Carmen es una Orden, una familia históricamente definida, con mojones limítrofes inconfundibles. Ramificada y variadísima en formas, tiene sello de familia que unifica los rasgos más dispares de sus componentes. Tiene, incluso, lazos de parentesco con otras familias religiosas; pero el marchamo de lo propio es imborrable.
Sólo que a veces sus cualidades son tan amplias como la Iglesia, en cuanto que metida en sus entrañas recoge lo común en forma ilimitada, guardando infinitos contactos con otras instituciones eclesiásticas.
Concretamente es una Orden pontificia, surgida carismáticamente del pueblo y vinculada a la Iglesia con reconocimiento canónico y Regla propia, troquel desde entonces de la misma Orden.
Sería insuficiente observar la Regla por iniciativa personal. La integración a la Regla tendría que ser confirmada, reconocida por la misma Iglesia, y este reconocimiento oficial la vincula de sí a la gran familia arraigada en aquella Regla. Así profesar la Regla primitiva y reafirmar la pertenencia al Carmelo es idéntico."

La Herencia Teresiana
Efrén J. M. Montalva

domingo, 10 de enero de 2010

MADRECITO



Juan de la Cruz, espíritu de llama,
oscuridad de la mañana,


cuando se pone el sol por Oriente.
Se ha secado el agua de las fuentes.


Y bebemos en el manantial
la sombra inmóvil de la verdad.


Quema la luna y el sol gira.
El horizonte sangra encina.


Iré hasta tí por el mar duro,
por el blando hielo del mundo,


hasta el lugar donde no estás
a encontrarte en ese lugar.


Juan de la Cruz, espíritu de llama,
mi corazón te piensa y ama.




                                                                                               Vicente Gaos


domingo, 3 de enero de 2010

EXCLAMACIONES DEL ALMA A DIOS


¡Oh vida, que la dais a todos! No me neguéis a mí esta agua dulcísima que prometéis a los que la quieren. Yo la quiero, Señor, y la pido, y vengo a Vos. No os escondáis, Señor, de mí, pues sabéis mi necesidad, y que es verdadera medicina del alma llagada por Vos. ¡Oh, Señor, qué de maneras de fuegos hay en esta vida! ¡Oh, con cuanta razón se ha de vivir con temor! Unos consumen el alma, otros la purifican, para que viva para siempre gozando de Vos ¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios! Cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento, y qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida, el que procure sustentarse de este divino licor.

Teresa de Jesús, carmelita. Excl. cap. IX, 2