Escribe María de San Alberto, acerca de la Noche oscura del alma:
¡Oh dulce noche oscura,
que no pones tiniebla tenebrosa,
más antes tu espesura,
cuan ciega es deleitosa,
y cuanto más oscura más hermosa.
Divinas negaciones,
dichosa oscuridad, dulce sosiego,
secretas invenciones;
dichoso el que está ciego
en tanta claridad, dichoso entrego.
Negándose a sí mismo,
por no negar Aquél que nunca niega,
entré en el dulce abismo
de aquella noche ciega
donde halla viva luz el que se entrega.
María de San Alberto, ocd
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