Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad,
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad.
Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres...
Porque sufrir es curar
las llagas del corazón,
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar...
Por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quiero,
porque tuyo es mi dolor,
¡Bendita sea, Señor
la mano con que me hieres!
José María Pemán
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