Santa Madre, convocó una vez a sus monjas a celebrar el misterio de la Navidad, diciendo: Ea, señoras mías: vamos todas al Nacimiento a darle gracias al Niño, por los favores que nos hizo de venir a vivir hecho Hombre con nosotras. Ordenó para ello un baile y compuso de antemano unas coplas para cantarlas. Y comenzando la fiesta echó en falta a una de las hermanas. Dijo: Vayan, llamen a hulana y díganle que venga, para que sepamos sus gracias. La hallaron que estaba en el coro haciendo oración y al oir el recado respondió: Mejor fuera que nuestra Madre nos trajera un predicador y nos hablara del Niño Jesús, que hacernos bailar. La Madre lo sintió y se propuso enmendarla. Recibió la noticia con rostro alegre, y añadió: ¡Vaya! Pues yo haré que venga, y será para hacerle burla, y a quien mejor gracia mostrare daré una recompensa. Todas salieron al parido. Una hicieron coplas muy sazonadas, con alusiones a la desobediencia; otras mofaban del espíritu de la beata. Otra, que no sabía componer coplas, hizo una burla tan graciosa a la "encapotada, que hizo reir a la culpable y a todas las monjas, dejando en claro para todas que "no hay mejor oración que la santa obediencia". Ésta llevó la recompensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario