Teresa concibe a Dios como quien le dio la mano, le ayudó… no concibe a un confesor que quiere cortar de tajo las relaciones en la persona sino que ayuda, orienta y va de la mano de la persona…
Dios precede dándole libertad, fuerza a Teresa de Jesús. La gracia precede a nuestra confesión cristiana y al mandamiento. No se puede decir a la persona que haga algo cuando no se es consciente que tiene la gracia de hacerlo. Sería torturarlo y oprimirlo.
Tenía una grandísima falta…. En donde le venía grandes fallos… que como comenzaba a entender….No hay nada que más le dolía a la santa es perder la libertad porque daña se experimentaba que le dañaba y hacía que en su vida actuara mal y sentirse mal.
Lo que adoleció en la adolescencia… ya en su madurez de monja es justamente lo que Teresa es consciente de dar y recibir y lo que en la comunidad debe de darse.
Teresa educa a sus descalzas en la relación. Crea una pedagogía en el trato que va desatando esclavitudes humanas que en la historia humana se construyen y Teresa quiere edificar unos cimientos nuevos donde, en el estilo emprendido en las comunidades teresianas, puedan amar con pasión, con entrega, sin ningún interés.
Teresa descubre que para formar contemplativas, tiene que estar bien fundamentadas algunas virtudes. Virtudes que tienen que estar bien ejercitadas para la persona que tiene el ideal de la contemplación. La contemplación es un don de Dios. Sin embargo, es necesario la disposición que es lo que la persona puede poner de su parte para acoger o recibir las “mercedes” de Dios, que dice Teresa: “no se cansa Dios de darse”.
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