jueves, 25 de febrero de 2010

ENTRE PUCHEROS ANDA EL SEÑOR

Algunas veces se extasiaba con la sartén en la mano, "que también entre pucheros anda el Señor"

Al comienzo de sus fundaciones ordenó la Santa que se hiciese la cocina por semanas y cuando le tocaba a ella ponía un esmero singular y ponía en evidencia su ternura maternal con las hermanas. Su compañera de semana, Isabel de Sto. Domingo, la vio alguna vez arrobada con la sartén en la mano, y dábase el caso que no quedaba en la casa más aceite que el que había en la sartén, y asiéndose de la misma sartén para que no se derramase, se sentía contagiada por el arrobo de la Madre y con riesgo de quedas ambas extasiadas asidas de la sartén. (1)


Dice Ribera que "de noche estaba pensando cómo guisaría los huevos y el pescado y cómo haría el caldo que fuese diferente de lo ordinario, para dar algún regalo a aquellas siervas de Dios, y aquella semana era la casa bien proveída" (2) . Quedó memoria en San José de Ávila que cierto día, no de su semana, preguntó la Madre a la semanera:  ¿Qué tienen para cenar mis monjas? Respondió la otra: Madre, tengo rábanos y leche.  Exclamó la Santa:  ¡Dios sea conmigo! ¡Rábanos y leche! tráigame unos huevos, y con esa leche y pan rallado haremos un manjarcillo, y con eso cenaremos.  Hasta hoy se guarda este guiso, en memoria de la Madre que no quiso matar a sus monjas con rábanos y leche.

(1) Isabel de Sto. Domingo, Proc. Ávila 1610, a. 64
(2)F. Ribera, La vida de la M. Teresa, 1. 4, c.16

La Herencia Teresiana - Fr. Efrén J.M. Montalva

La imagen corresponde a la cocina primitiva del Convento de San José de Ávila, cocina de Teresa.


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