lunes, 1 de febrero de 2010

AVISOS DESDE EL CIELO


Se hicieron célebres unos avisos que dio la Santa desde el cielo a la M. Catalina de Jesús, la fundadora de Beas, que se publicaron en las crónicas:
  1. Ama más y ama con más rectitud, que el camino es estrecho.
  2. Los del cielo y los de la tierra somos una misma cosa en pureza y amor. Los de acá, gozando; los de allá, padeciendo; nosotros adorando la esencia divina, vosotros al Smo. Sacramento.
  3. Lo que los religiosos han menester es caridad unos con otros, llaneza y desasimiento de seglares.
  4. El demonio es tan soberbio que pretende entrar por las puertas por donde entra Dios, que son las comuniones y las confesiones y oración, y poner ponzoña en lo que es medicina.
  5. Ninguno repruebe el modo de proceder que otro lleva.
  6. Nunca el que gobierna se crea de ligero sin examinarlo muy bien, primero que se mueva a nada.
  7. Cualquiera cosa grave que se haya de determinar, pase primero por la oración.
  8. Nunca cosa espiritual o temporal se procure por los medios que los seglares tratan sus negocios; porque la solicitud temporal causa tinieblas en el espíritu.
  9. Guarde quien gobierna mucha obediencia a su superior, que de esta manera se quitan muchas inquietudes y los súbditos se enseñan a obedecer.
  10. Procúrense crias las almas desasidas de todo lo criado, interior y exteriormente, pues se crían para esposas de un Rey tan celoso, que quiero que aún de sí mismas se olviden.
  11. Siempre se alabe y siga la penitencia, y repréndase cualquier abuso y exceso de regalo; porque a la verdad, como no dañe la salud, cualquier penitencia y mortificación es provechosa al espíritu.
  12. El libro en que más conviene leer es la Cartilla (o Catecismo), meditando día y noche la ley del Señor.
  13. Procuren ser los religiosos muy amigos de pobreza y alegría, que mientras durare esto durará el espíritu que llevan.
  14. Repártanse las virtudes entre todos; porque Dios las dará a quien se dispusiere a ellas.
  15. Purifíquense las almas, que Dios quiere hacer su morada en almas puras.
Francisco de Santa María
Reforma de Descalzos, 1,5. c.53

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