Cuéntase que una vez bajaba las escaleras del convento de la Encarnación y topó con un niño. Preguntó: -¿cómo te llamas niño hermoso?- Y el niño a su vez contestó: -¿Y tú, cómo te llamas? -
- Yo soy Teresa de Jesús - dijo ella. Y él - Pues yo soy Jesús de Teresa.
Desde luego la Santa nunca tuvo visiones corporales, como para creer que el niño de la escalera fuese el niño Jesús, sin que su alma hubiese saltado de gozo con sólo presentirlo. Ella también asegura que "jamás vio cosa con los ojos corporales ni la oyó", que "nunca con los ojos del cuerpo vio nada, sino con una delicadez y cosa tan intelectual, que algunas veces pensaba a los principios que se le había antojado"(1)
Es cierto, sin embargo, que tenía visiones y hubo testigo de ellas, como esta que refiere Ana de San Agustín: "Viniendo en procesión (del traslado del Santísimo en Villanueva de la Jara) vió cómo entre medias del Santísimo Sacramento y de la dicha M. Teresa de Jesús, que venía detrás, iba un Niño hablando a la dicha M. Teresa de Jesús, que parecía a un Niño Jesús que el prior del convento de La Roda les había dado. Y que preguntándole esta testigo lo que había visto, le dijo: "Hija, yo os mando en virtud de santa obediencia no lo digáis a nadie." (2)
También refiere otra testigo que habiendo concluído cierta fundación, había oído una voz que le decía: "Hija Teresa" Y respondiendo la M. Teresa: "Señor mío", le mostraron una cestica de flores de diversos colores, diciéndole: "Mira que flores he cogido del jardín que me has plantado" (3)
(1) - Cuentas de conciencia, 53,2 y 21
(2) - Ana de San Agustín, Proces. Villanueva de la Jara, 1596, a.6
(3) - Constanza de la Cruz, " " " , 1596, a.6
La Herencia Teresiana
Fr.Efrén J.M. Montalva