Pues nos da licencia, tornemos, hijas, a decir:
"Mi amado a mí, y yo a mi Amado": ¡Vos a mí, Señor! Pues si Vos venís a mí, ¿en qué dudo que puedo mucho serviros? Pues de aquí adelante, Señor, quiérome olvidar de mí, y mirar sólo en que os puedo servir y no tener voluntad sino la vuestra. Más mi querer no es poderoso, Dios mío.
En lo que yo puedo, que es determinarme, desde este punto lo hago para ponerlo por obra.
Teresa de Jesús
Cap. 4,12
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