TERESA DE JESÚS, HÁBLANOS DE TU AMOR A LA IGLESIA
Barquilla zarandeada en medio de las olas, la Iglesia, tan amada y tan rechazada. Envuelta en la fragilidad recorre como pobre y discípula el camino hacia la mesa donde se reparte el Pan y la Palabra. Cargada de años en algunos lugares, apenas estrenada en otros, encuentra siempre novedad y frescura en su Señor Resucitado. Muchos cristianos, lejos de la Iglesia, están a falta de un amor grande que renueve sus vidas. A Teresa la Iglesia se le ilumina poco a poco. Al principio se siente más como espectadora, como si la Iglesia fuese cosa de otros. Pero luego la descubre como su familia, de la que forma parte, se mete en ella, se responsabiliza, y de qué manera. Ve a su amada Iglesia rota, dividida. El dolor y el amor penetran su alma. Grita: “¿qué puedo hacer yo?”, pone todo lo que es al servicio de la Iglesia y busca ayuda como una enamorada que quiere sean cada vez más los que amen y sirvan a la Iglesia. Y al final, el gozo, el tremendo gozo, de morir como hija de la Iglesia.
“¡Oh hermanas mías en Cristo! Ayudadme a suplicar esto al Señor, que para eso nos juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones….Estáse ardiendo el mundo ….No es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” (Camino 1, 5).
TENEMOS QUE SER TALES QUE SEAMOS ALGO PARA LA IGLESIA
Pedro Tomás
Tomado de la página de Facebook de las Carmelitas Descalzas Asociación Luján
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