"Todas son mozas: y créame, padre mío, que lo más siguro es que no traten con frailes. Ninguna otra cosa he tanto miedo en estos monesterios como ésto, porque aunque ahora es todo santo, sé en lo que verná a parar si no se remedia desde luego."
La razón fundamental no era el sexo, sino la "ocasión". Dado el instinto erótico que subsiste en todo trato heterosexual y mientras no conste que se ha extinguido el erotismo por la madurez o plenitud de amor espiritual, el evitar ocasiones es uno de los extremos favoritos de Sta. Teresa, hasta el punto de hacer pensar que tenía más malicia de la que cabe en su estado. Ella reprochaba a Gracián su angelismo, y escribía: "El tiempo quitará a v.p. un poco de la llaneza que tiene, que cierto entiendo es de santo; las que son ruínes y maliciosas, como yo, querrían quitar ocasiones". Y en la Visita de descalzas, que para Gracián era el manual, advertía también: "Es bien quitar las ocasiones y no se fiar de la santidad que viere, por mucha que sea; porque no se sabe lo por venir y ansí es menester pensar todo mal que podría suceder para, como digo, quitar las ocasiones, en especial los locutorios...". Insiste sobre todo al tratar de los confesores: "Hemos de mirar los tiempos por venir, pues ya hay tanta espiriencia, y quitar las ocasiones". No se trata precisamente de riesgos eróticos, sino de exclusivismos y celotipias inherentes a la vida común entre mujeres.
La herencia teresiana
Fray P. Efrén J. M. Montalva
Que razón tenía santa Teresa y qué bien conocía la naturaleza humana.
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