Si ya floreció el almendro
y ya verdean los campos,
¿a qué estamos esperando?
Si ya tengo mi aposento
libre, limpio y adornado,
completamente vacío
para guardar tu descanso
¿a qué estamos esperando?
Si la miel me sabe amarga
y el pan se me ha vuelto un cardo
y el vino, que era tan dulce,
es vinagre avinagrado
¿a qué estamos esperando?
Si no hay música que iguale
la armonía de tus pasos
mi pecho abierto y llagado
¿a qué estamos esperando?
Dime, mi Dueño, ¿a qué esperas
para tomarme en tus brazos?
¡Que ya floreció el almendro
y ya verdean los campos!
María de los Ángeles Gomez Pascual
" El manatial de la alegría"
No hay comentarios:
Publicar un comentario