- Hágame merced de llamarme cuando llegue mi confesor, y cate que lo guarde muy en secreto.
Y añadió como lo contaba:
-Apenas se lo dije cuando ya lo sabía todo el convento. Esta flaqueza, aunque es común a muchos, lo es particular en las mujeres, que son de arte que en recibiendo un secreto luego les da como dolores de parto hasta sacarle a luz.
La herencia teresiana
P. Efén J. M. Montalva