Santa Teresa cercenaba todo motivo de distracción, para que el oficio no rompiese, sino que fomentase el recogimiento personal. Su coro no ha de ser nunca de exhibición, sino de formación contemplativa. La Santa recordaba a los visitadores
"Mirar lo que se dice en el coro, ansí cantado como rezado, y informarse si va con pausa y el cantado en voz baja, conforme a nuestra profesión, que edifique; porque en ir altas hay dos daños: el uno, que parece mal como no va por punto; el otro, que se pierde la modestia y espíritu de nuestra manera de vivir... Vayan las voces más con mortificación que con dar a entender que miran en parecer bien a los que las oyen". (1)
(1) Visita de Descalzas, 30.
La Herencia Teresiana
Efrén J. M. Montalva