Quiero, Santa Teresa, ser tu hechura,
situar en mí tus pensamientos bellos,
soportar los humanos atropellos,
llegar al puerto azul de la ventura.
Será el escapulario la armadura
que me libere de mortales sellos.
Guiada por la luz de tus destellos
no caeré en el error de noche oscura.
Quiero ser eremita del Carmelo,
contemplar en la nube la Presencia,
el místico aleteo de la Esencia,
navegar con la Estrella por el cielo,
llevar el manto y el solemne velo,
los signos de mi entrega y dependencia,
ofrendar al humilde mi asistencia,
hallar, en Jesucristo, mi consuelo.
Quiero, al fin, descalzarme del pecado.
calzarme con la fe y con la armonía,
así podré sentir la cercanía
de la Gracia, el don más deseado.
Cuidaré con esmero tu legado
para un mundo de paz y Epifanía,
sembraré, en la tristeza, la alegría
de saber que Jesús nos ha salvado.
Quiero cumplir tus reglas con amor,
vivir mi vida en Dios con humildad,
ser un testigo fiel de la Verdad,
sufrir como sufriste tu dolor
y en la hora de mi muerte, sin temor,
gozar la celestial felicidad
de encontrar al Amado, a la Bondad,
guiada, por tu espíritu, al Señor.