lunes, 16 de noviembre de 2009



A la orilla del mar tus pies desnudos
dejaban en la arena tus pisadas,
eran las huellas del sol que iluminaba
la sombra que cubría el mundo nuevo.

A la orilla del mar tu voz llamaba
a un seguimiento rápido y profundo,
a caminar por tu camino por el mundo,
a dejarlo todo atrás dándote el alma.

Eran tus huellas las del sol naciente,
las del camino que lleva al paraíso,
la arena las besaba y en su hechizo
se sintió enamorada de repente.

Eran las huellas de la luz del alba,
las del Amor encarnado en el misterio,
las que libera al hombre en cautiverio
y lo hacen peregrino si se pone en marcha.

Son las huellas de la aurora iluminada
que se levanta anunciando un mundo nuevo,
las que le dieron colorido al cielo
que refleja en su encanto tu mirada.

Huellas que se vuelven, hoy, camino
y camino que conduce a la esperanza,
huellas que se vuelven la confianza
de orientar detrás de Tí nuestro destino.

Escuchar tu voz, seguir tus huellas,
es colocar la vida en tu camino,
volverse, del  infinito, un peregrino
y dibujar tu Rostro en las estrellas.

Y es descubrir que son tan bellas
pues de la luz de tus ojos son reflejo,
me muestran tu belleza en el espejo
que creaste para que te viera.

Desconozco el autor.

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