martes, 29 de abril de 2014

Hemos venido a comer...

Enemiga de extravagancias en los actos de comunidad, y mientras todas comían, oyó la Madre que una religiosa daba suspiros muy devotos. La llamó desde su asiento y díjola con mucha gracia:
¨Hermana mía: aquí hemos venido a comer, no a suspirar. Hay que comer cuando comen todas, y el suspirar a solas.


Fuente: La Herencia Teresiana
F. Efrén J. M. Montalva

En la imagen Hnas. Carmelitas Descalzas de Viedma - Pcia. Río Negro - Argentina




sábado, 12 de abril de 2014

Santa Teresa y sus domingos de ramos

Santa Teresa, el Domingo de Ramos se privaba de comer, y le enviaba su comida a una persona pobre, significando con ello que le daba de comer a Jesucristo en ese día, para compensarle de que a nadie se le hubiere ocurrido invitarlo a comer después de tan solemne recibimiento. 

Nuestro Señor le compensó tan cariñoso gesto con un regalo impensado y maravilloso, que a continuación se relata: al comulgar, ese día tuvo la sensación que se le llenaba la boca de la sangre caliente que brotaba de las llagas de Jesús y ella lo cuenta de la siguiente manera: 

"El día de Ramos, acabando de comulgar, de manera que aún no podía pasar la Forma, y teniéndomela en la boca, verdaderamente me pareció, cuando torné un poco en mí, que toda la boca se me había henchido de sangre; y parecíame estar también el rostro y toda yo cubierta de ella, como que entonces acababa de derramarla el Señor.
Me parece estaba caliente, y era excesiva la suavidad que entonces sentía, y díjome el Señor: 
" Hija, yo quiero que mi sangre te aproveche y no hayas miedo que te falte mi misericordia. Yo la derramé con muchos dolores, y gózala tú con tan gran deleite, como ves; bien te pago el convite que me hacías este día".

Esto dijo porque hacía más de treinta años que yo comulgaba este día, si podía, y procuraba aparejar mi alma para hospedar al Señor, porque me parecía mucha la crueldad que hicieron los judíos, después de tan gran recimiento, dejarle ir a comer tan lejos, y hacía yo cuenta de que se quedase conmigo, aunque en harto mala posada, según ahora veo." (CC 26)