viernes, 22 de febrero de 2013

CERCA DE LAS DOCE DE LA NOCHE

Refiere la M. Ana de la Encarnación que estando una noche escribiendo la Santa el libro de Las Moradas en su celda, la vio por entre dos puertas, que llevaba la mano ligerísima, más de lo ordinario, que tenía el rostro tan resplandeciente que salían de él unos rayos dorados y que al cabo de una hora, cerca de las doce de la noche, dejó de escribir y quedó a oscuras respecto de lo pasado, aunque no en tinieblas, de suerte que pudo advertir esta religiosa, que levantándose del asiento se puso de rodillas y puestos los brazos en cruz estuvo así hasta las tres de la madrugada.
La silla en que, según la tradición de la comunidad, estuvo sentada en esta ocasión, la conservan con gran veneración hasta el día de hoy.




Anécdota tomada de los papeles de Comunidad.
Anécdotas Teresianas